Maldita reencarnacion (Novela) - Capítulo 572
Capítulo 572: La Santa Sede (4)
Sienna sabía que era natural que Eugene preguntara por el Ojo Demoníaco, pero nunca había esperado que le preguntara en un momento como este. El rostro de Sienna, que había estado sonriendo con picardía hace unos momentos mientras lo molestaba, de repente se puso rígido.
Después de dudar por unos momentos, asintió y dijo—. Ya te lo había dicho en aquel entonces. Lo llevé conmigo.
—Es por eso que pregunto dónde está ahora —presionó Eugene.
Después de un breve suspiro, Sienna abrió la parte delantera de su túnica.
Una gema violeta que lucía como un diamante colgaba de un collar alrededor del cuello de Sienna. El ceño de Eugene se frunció ante la vista.
Realmente no pensó que todavía tendría la forma de un ojo real, pero aún así se sorprendió al ver que Sienna lo había convertido en una joya y lo usaba alrededor de su cuello. Pero Eugene se sintió especialmente sorprendido porque no podía percibir ninguna energía inusual viniendo de él, a pesar de que el Ojo Demoníaco de la ilusión estaba colgando justo frente a él.
—Ha sido sellado —explicó Sienna.
—¿Sellado? —repitió Eugene interrogativamente.
—Ujú.. Es demasiado difícil de controlar. También está repleto de poder oscuro —dijo Sienna antes de dejar escapar otro suspiro profundo y frotar suavemente su dedo contra el collar.
Con este gesto, le tomó solo unos momentos liberar el sello.
Eugene pudo ver inmediatamente por qué Sienna había tenido que sellarlo y por qué lo había descrito como difícil de controlar y repleto de poder oscuro.
En el momento en que se liberó el sello mágico de Sienna, la joya comenzó a emitir un brillo fascinante.
¡Woooosh!
Una oleada aparentemente interminable de poder oscuro brotó de la joya. Al mismo tiempo, el Ojo Demoníaco de la ilusión pareció activarse por sí solo cuando comenzó a aprovechar el flujo de poder oscuro.
¡Druuuuum…!
A medida que la habitación comenzaba a vibrar, todo lo que había dentro de ella comenzó a temblar. Sin embargo, esto no estaba sucediendo en realidad, era simplemente un efecto del Ojo Demoníaco de la ilusión saliéndose de control mientras continuaba extrayendo el flujo de poder oscuro.
Con el ceño fruncido por la preocupación, Eugene giró la cabeza para mirar tras él. Quería echar un vistazo a la expresión de Kristina.
Afortunadamente, a diferencia de cuando Noir lo había usado, parecía que el Ojo Demoníaco de la ilusión no era capaz de someter las mentes de sus objetivos y arrastrarlos a un sueño por la fuerza. Esto se debía a que ese poder en particular sebasaba en la propia habilidad de Noir, y no era algo que el Ojo Demoníaco de la ilusión pudiera hacer por su cuenta. Sin embargo, después de que se descontrolara abruptamente y comenzara a tragar grandes cantidades de poder oscuro sin ninguna restricción, la habilidad del Ojo Demoníaco de la Ilusión se manifestó en su lugar como un ataque mental directo.
Por esa razón, Kristina sentía un ligero dolor de cabeza actualmente y no podía evitar fruncir el ceño.
Sonó un crujido y el rostro de Kristina desapareció repentinamente. El Ojo Demoníaco de la Ilusión parecía haberse activado por su cuenta una vez más, reemplazando el rostro de Kristina con la apariencia de Noir, que lucía exactamente como Eugene la recordaba. Noir pareció girarse para mirar a Eugene con una sonrisa brillante. Esa sonrisa también lucía exactamente como la sonrisa en los recuerdos de Eugene.
“Hamel”.
Entonces se escuchó su voz. Eugene chasqueó la lengua mientras trataba de mantener la calma. Eso fue suficiente para romper la ilusión. El rostro de Noir desapareció, volviendo a la apariencia original de Kristina.
—Ahora entiendes por qué lo mantengo sellado, ¿verdad? —dijo Sienna con un suspiro mientras frotaba la joya una vez más.
Con este segundo toque, todo el poder oscuro que brotaba de él fue absorbido nuevamente y todos los indicadores visuales de la activación del Ojo Demoníaco de la Ilusión desaparecieron.
—Ni siquiera sé qué tipo de ilusión estaban viendo —murmuró Sienna de mal humor—. Así de difícil es controlar esta cosa.
Eugene frunció el ceño—. ¿Eso significa que no puedes controlarlo en absoluto?
—¿Quién crees que soy? Por supuesto que puedo controlarlo. Pero es extremadamente molesto y agotador hacerlo, y también consume mucho poder mental. Es por eso que normalmente lo mantengo sellado de esta manera —murmuró Sienna con orgullo mientras volvía a ponerse la túnica—. Pero, aun así, es bueno tener acceso a una fuente interminable de poder oscuro puro y de alta calidad. Es mucho más fuerte que el poder oscuro que Amelia Merwin puede generar, así que, por supuesto, esta Lady Sienna hará buen uso de él.
Eugene se mantuvo extrañamente en silencio.
Sienna continuó sin cesar—. De hecho, incluso sin poder controlar el Ojo Demoníaco de la Ilusión a la perfección, solo el hecho de que pueda combinar su poder oscuro con mi maná para crear poder del alma es—.
—Sienna —las cejas de Eugene se arrugaron mientras consideraba cuidadosamente cierta posibilidad. Después de mirar a Sienna por un momento, comenzó a hablar de nuevo—. ¿Es posible que el alma de Noir Giabella… o alguno de sus pensamientos remanentes permanezcan dentro del Ojo Demoníaco de la Ilusión?
Eugene recordó cómo se habían manifestado el rostro y la voz de Noir durante el alboroto de la joya hace unos momentos. ¿Y si eso no fue una simple ilusión? ¿Y si algún rastro de la existencia de Noir permanecía dentro del Ojo Demoníaco de la Ilusión?
Eugene no pudo evitar tener esas dudas. Cuando finalmente mató a Noir, no había usado su poder sagrado ni su Espada Sagrada. Como tal, el alma de Noir no había sido borrada.
“Si un día, me reencarno como tú lo hiciste, y si, por casualidad, nos volvemos a encontrar…”
Las palabras que Noir había susurrado antes de morir se arremolinaban en la cabeza de Eugene.
Pudo haber borrado su alma. Incluso si no podía usar su poder sagrado ni su Espada Sagrada, pudo haber usado la luz ominosa de la Espada de Luz Lunar que se había fusionado con Levantein.
La razón por la que no la había usado…
Al final, fue porque Eugene también albergaba el deseo de ver el «un día» del que Noir había hablado. Así que no pudo reunir la voluntad necesaria para borrar el alma de Noir. Porque no quería borrarla por completo. Así que al final… simplemente le quitó la vida.
—No hay nada aquí —Sienna sacudió la cabeza con un suspiro—. Sé que es inevitable que tengas esas preocupaciones, pero estabas ahí; Noir murió justo frente a nosotros. Su alma… probablemente fue a donde se supone que vayan las almas.
—Bueno, tienes antecedentes penales —señaló Eugene en broma con una sonrisa—. Hace trescientos años, cuando morí, ¿quién fue la que atrapó mi alma en este collar y lo mantuvo con ella?
—¡Eso! — Sienna se sonrojó—. Lo mantuve conmigo por una razón, ¿sabes? ¡Fue por lo que deseaste con tus últimas palabras! ¡Porque querías reencarnar en un mundo en el que todos los Reyes Demonio hubieran sido asesinados!
—Está bien, está bien” —Eugene le hizo un gesto para que se calmara.
—¡En cualquier caso! Esa maldita Demonio Nocturno está completa y verdaderamente muerta —afirmó Sienna con firmeza—. ¡Algún día podría reencarnarse en un hombre, una mujer o incluso un animal, pero eso no es asunto mío! ¡No queda ni un solo rastro de ella en el Ojo Demoníaco de la Ilusión!
—¿Entonces por qué se descontroló de esa manera? —cuestionó Eugene.
Sienna le devolvió la pregunta—. ¿La Espada de Luz Lunar se descontroló porque también tenía un ego que la impulsaba a hacerlo? ¡Se salió de control porque estoy tratando de controlar a la fuerza un poder que no puedo usar libremente porque no cumplo las condiciones adecuadas!
Después de que se mencionara la Espada de Luz Lunar como ejemplo, Eugene tuvo la sensación de que no debía hacer más preguntas.
Bueno, por supuesto, no era como si Sienna tuviera alguna razón para preservar el alma de Noir, y si realmente quedaran rastros de Noir dentro del Ojo Demoníaco de la Ilusión, ¿qué razón tendría Sienna para ocultarlo? Si tales rastros hubieran permanecido, en lugar de mantenerlos intactos, Sienna los habría destruido hace mucho tiempo.
—Deja de discutir conmigo y cámbiate con un conjunto de ropa adecuado —ordenó Sienna frenéticamente—. ¡Tienes que dar un discurso, recuerda!
Eugene parpadeó dubitativamente—. ¿Realmente tiene que ser hoy…?
—¿Entonces qué, quieres hacerlo mañana? ¿Uhmm? ¿O tal vez al día siguiente? —ofreció Sienna sarcásticamente—. Después de estar inconsciente durante tres meses, ¿de verdad vas a perder más tiempo?
Y pensar que Sienna estaría tan molesta después de que la hubiera molestado un poco. Sintiéndose agraviado, Eugene tomó la parte inferior de su bata de hospital y la levantó deliberadamente hasta su cabeza sin previo aviso, haciendo como si obedeciera la orden de Sienna.
Ante la vista de los abdominales de Eugene, que se habían vuelto más definidos debido a su prolongado ayuno involuntario, Sienna giró la cabeza y gritó—. ¡Kyaaaah!
—¡Kyaaah!
¡Kyaaah!
Kristina y Anise también dejaron escapar gritos idénticos. Sin embargo, las Santas no voltearon la cabeza y, en cambio, solamente se cubrieron los ojos con las manos. Sus dedos permancieron separados.
—¿Q-qué estás haciendo? —espetó Sienna, con el rostro sonrojado.
Eugene se encogió de hombros mientras decía—. ¿Qué? Me dijiste que me cambiara.
Eugene honestamente no podía entender su reacción.
Incluso hace trescientos años, Molon siempre había andado sin camisa, y cuando el campo de batalla escaseaba de suministros, Hamel también se había visto obligado a llevar harapos tan raídos que era prácticamente lo mismo que no llevar ropa en absoluto. Además, incluso en la actualidad, había habido bastantes ocasiones en las que su ropa había quedado en un estado vergonzoso después de una batalla.
—¿Quién te dijo que te cambiaras delante de todos? —se quejó Sienna.
No lo dijo en voz alta, pero Sienna también se sintió avergonzada por su reacción exagerada. Pero había un momento y un lugar para todo. Y ahora, naturalmente, no era el momento para algo así.
Eugene suspiró—. Realmente estás siendo exigente. Entonces, ¿qué quieres exactamente que haga?
Sienna tartamudeó—. Voy a darte la espalda, así que vístete de una vez.
—¿No sería mejor si simplemente salieras de la habitación? —propuso Eugene.
Sienna rechazó la idea—. No puedo hacer eso, podrías escaparte porque no quieres dar el discurso.
—¿Crees que soy un niño? ¿Que huiría solo porque no quiero hacer algo? —Eugene se burló.
Sienna se mantuvo firme —Pase lo que pase, no dejaré esta habitación. Así que vístete en silencio…
Whooosh.
Las sombras en la esquina de la habitación se levantaron repentinamente del suelo. Eugene parpadeó sorprendido por unos momentos, preguntándose cuál era la fuente de esta nueva interrupción. El hecho de que no pudiera sentir ningún rastro de hostilidad viniendo de las sombras, así como la conversación frívola que acababa de intercambiar con Sienna, distrajo a Eugene de pensar en una respuesta inmediata.
—¡Eugene! —saltó Ciel repentinamente desde el centro oscuro de las sombras con un fuerte grito.
No era solo Ciel. También estaban Gilead, Gion, Cyan y Carmen. Además de Alchester, Ivatar, Ortus, Ivic, Raphael, Honein y todos los Archimagos. Todo el personal general del recién formado Ejército Sagrado emergió de la oscuridad junto con Ciel.
Al ver la escena en la habitación, Ciel se quedó sin palabras.
Había estado rezando para que Eugene volviera en sí y había estado usando el poder de su Ojo Demoníaco de la Oscuridad, que podía permitirle fusionarse con las sombras, para comprobar su estado todos los días desde su regreso. Solo para ser recibida con la vista de los abdominales de Eugene.
Los recién llegados también se dieron cuenta tardíamente de la situación en la que acababan de irrumpir.
Con su rostro rígido en una máscara inexpresiva, Eugene lentamente bajó el dobladillo de su bata de hospital, actuando como si nada hubiera sucedido.
Por unos momentos, todos se quedaron en silencio.
Recientemente habían descubierto que Sienna, que había regresado de Neran a toda prisa, había entrado corriendo en la habitación de Eugene. Tras ese descubrimiento, todo el personal general también se había apresurado hacia la habitación de Eugene usando el poder del Ojo de Demoníaco de Ciel. Pero ahora se enfrentaban a la pregunta de por qué Eugene, que finalmente había vuelto a abrir los ojos después de estar en coma durante tres meses, estaba tratando de quitarse la ropa delante de Kristina y Sienna.
—Oh, Dios mío, Dios mío, Dios mío.. —Melkith comenzó a sonrojarse mientras acunaba sus mejillas con ambas manos. Mientras se deslizaba lentamente hacia la oscuridad de la que acababa de salir, siseó—. ¿Qué están haciendo todos? Dejen de ser tan insensibles. ¿No ven que deberíamos regresar y dejar de interferir en la conmovedora escena de cómo estas dos damas planean dar la bienvenida al héroe que regresó de entre los muertos?
Tempest tenía razón, se dio cuenta Eugene. Debería haber matado a Melkith El-Hayah antes.
Eugene miró a Melkith con el ceño fruncido y gruñó con los dientes apretados —No es así.
—¿Qué quieres decir con que no lo es? E incluso si ese de verdad no es el caso, ¿no crees que Lady Sienna y la Santa Kristina se sentirán decepcionadas si declaras tu rechazo con tanta firmeza? —se quejó Melkith.
Eugene maldijo—. Maldita sea, estoy diciendo que lo entendiste mal.
Melkith infló el pecho—. ¿Maldita sea? ¿Acabas de maldecir frente a mí? ¿Has olvidado los recuerdos de tu infancia solo porque te has convertido en un Dios? ¿No recuerdas lo amablemente que te trataba tu hermana mayor cuando eras solo un lindo niño humano?
Eugene apretó los puños mientras exclamaba—. Ah, maldición…
—¿Otra vez con las maldiciones? Bien, sigue así. ¿Qué viene después? —Melkith gesticuló infantilmente entre Eugene y ella misma.
Los puños de Eugene temblaron de ira por su desagradable espectáculo.
¿No podía simplemente matarla ahora? No, Eugene se dijo a sí mismo que no debía hacerlo. Aunque era difícil de creer a juzgar por su comportamiento habitual, Melkith podría ser elegida discutiblemente como uno de los humanos más fuertes de todo el continente. Incluso en comparación con el resto del personal general, que estaba de pie frente a Eugene, Carmen podría ser la única que realmente podría igualar a Melkith en poder.
Eugene reflexionó en silencio sobre este hecho.
En un mundo en el que una lunática como Melkith podía posiblemente ser descrita como el ser humano más fuerte del continente, ¿no sería mejor que ese mundo fuera destruido? ¿Una lunática como esa era realmente la más grandiosa Invocadora de Espíritus del mundo? Incluso si fue solo por un momento, Eugene contempló seriamente la idea de eliminar todo y comenzar de nuevo.
La voz de Tempest se escuchó de repente dentro de la cabeza de Eugene. Como Invocadora de Espíritus, Melkith El-Hayah realmente no es tan mala.
Eugene maldijo en silencio. Bastardo, debes estar loco. ¡¿De verdad has sido corrompido por esa mujer…?!
No te equivoques, Hamel. Todavía no he reconocido a Melkith. Sin embargo, después de pensarlo racionalmente, descubrí que no es una humana tan terrible como la percibí inicialmente, afirmó Tempest.
Parecía que el Rey Espíritu había mirado demasiado profundamente dentro del abismo. Este pensamiento recorrió la mente de Eugene mientras respiraba profundamente, tratando de calmar su creciente ira.
—¿Te sientes bien? —preguntó Gilead mientras se acercaba apresuradamente a Eugene—. Parece que tienes problemas para respirar. Sería mejor que descansaras un poco más.
La respiración de Eugene se había vuelto agitada porque estaba empezando a perder los estribos. No había forma de que Gilead no se diera cuenta de esto, pero la intención del Patriarca era resolver esta situación incómoda lo más rápido posible.
—Oh, León Radiante, tu halo es incluso más radiante que antes, pero desafortunadamente tu cuerpo se ha secado y marchitado—. Carmen, que simplemente había hablado por el deseo de decir las palabras «León Radiante», sacudió la cabeza y suspiró.
—¿De verdad no es ese tipo de cosa? —preguntó Ciel lentamente mientras le lanzaba a Eugene una mirada sospechosa.
Mientras tanto, Cyan dejó escapar un profundo suspiro mientras avanzaba para pararse al lado de Gilead, luego abrió los brazos y abrazó a Eugene.
—Me alegro de que te hayas despertado sano y salvo —dijo Cyan.
En última instancia, parecía que Eugene todavía podía contar con su hermano. Eugene, que se sintió sutilmente conmovido, le devolvió el gesto y envolvió a Cyan con sus brazos.
Antes de terminar el abrazo, Eugene susurró—. No te casaste mientras estaba inconsciente, ¿verdad?
El rostro de Cyan se contrajo en respuesta a su pregunta.
Después de que la conmoción finalmente se calmó, Eugene obligó a Carmen y Melkith a hacer un juramento.
Prometieron nunca, jamás, interrumpir el discurso de Eugene. No debían alzar la voz ni mezclarse con la multitud para poder comenzar ningún conjuro. Tampoco se les permitía gritar. Se les prohibía hacer cualquier cosa excepto escuchar en silencio.
De hecho, Eugene al principio trató de decirles que no escucharan su discurso y que simplemente se mantuvieran alejados, pero Carmen rechazó esta orden con una cara seria, diciendo que absolutamente no podía hacer tal cosa, por lo que Eugene no tuvo otra opción que ceder.
Una vez al año, durante el día festivo que marcaba el nacimiento del Emperador sagrado, el Papa oficiaba un servicio para las multitudes frente a la Santa Sede de Yurasia. Durante este evento, el Papa se paraba en el punto más alto del Palacio Apostólico y miraba hacia la plaza debajo antes de dar su sermón.
—Por favor, vengan por aquí —ordenó cortésmente el Papa Aeuryus.
Aunque fue una solicitud repentina, el Papa Aeuryus no parecía sorprendido de que el evento fuera secuestrado. Esto se debía a que, desde la posición de Papa, pensó que era natural que Eugene diera tal discurso, y el hecho de que hubieran llamado a los creyentes a orar por Eugene en la plaza principal frente al Vaticano solo respaldaba las conclusiones del Papa Aeuryus.
Gracias a eso, Aeuryus les concedió felizmente el acceso a la azotea del Palacio Apostólico.
—Pero, ¿realmente no va a usar la Corona Sagrada? —preguntó el Papa con una expresión decepcionada.
Tenía en sus manos una magnífica corona de cinco niveles que estaba profusamente decorada con oro y gemas preciosas. Esta corona había sido hecha especialmente para Eugene y era incomparablemente más extravagante que la corona de tres niveles que el Papa usaba normalmente durante eventos públicos.
Eugene se burló—. ¿Cómo se supone que use algo que parece tan pesado? Me rompería el cuello.
Aeuryus protestó. —Pero para un discurso histórico como este—
Eugene lo interrumpió bruscamente—. Moriré antes de usar eso. De hecho, tampoco quiero usar una capa como esta.
—Señor Eugene, usted es el Emperador Sagrado de Yuras —le recordó Aeuryus.
—¿Cuándo acepté eso…? —se quejó Eugene mientras miraba la ropa que vestía.
Debajo de su capa roja hasta el suelo, estaba vestido con un hermoso atuendo que era de color blanco y dorado. El Papa también había preparado especialmente este conjunto de ropa para el nuevo Emperador Sagrado de Yuras.
Aeuryus intentó persuadirlo—. En este momento, Sir Eugene, no solo está hablando como miembro de la Familia Lionheart. Como Comandante en Jefe del Ejército Sagrado y Emperador Sagrado de Yuras, pronto dará un discurso final antes de dirigirse a la batalla contra Helmuth y el Rey Demonio del Encarcelamiento. Por lo tanto—
—Está bien, está bien, ya entendí. Por eso estoy usando esto en lugar del uniforme de Lionheart. Pero esa Corona Sagrada es ir demasiado lejos —expresó Eugene con disgusto mientras interrumpía la conferencia del Papa.
Cuando Eugene mostró sutilmente su aura intimidante, el Papa decidió abstenerse de ofrecer más consejos y asintió en silencio.
—Antes de que comience tu discurso… ¿podrías prometerme algunas cosas? —le pidió Gilead cortésmente mientras se acercaba para estar junto a Eugene. Había estado de pie cerca con el ceño fruncido de la preocupación—. Por favor, en tu discurso… ejem… evita el uso de cualquier blasfemia.
—Por supuesto, yo no haría algo así —dijo Eugene mientras asentía con la cabeza en acuerdo.
—Y también… por favor, no hagas ninguna amenaza —añadió Gilead vacilante.
—¿Eh? —Eugene frunció el ceño confundido.
Gilead explicó—. Por ejemplo, “si perdemos la guerra o si la situación de la guerra se vuelve desfavorable, no tendremos más opción que reclutar por la fuerza incluso a los civiles… así que si no quieren terminar siendo reclutados, recen por nuestra victoria”… Me refiero a ese tipo de amenazas.
Eugene miró a Gilead en silencio.
¿Cómo sabía Gilead lo que estaba planeando?
A Eugene se le puso la piel de gallina. Sentía que le habían leído la mente. Sin embargo, Eugene no reveló ningún rastro de esa sorpresa en su expresión.
—Por supuesto que no haría eso —mintió Eugene descaradamente.
De hecho, Eugene había planeado escapar rápidamente después de hacer de esa amenaza el punto clave de su discurso. Pero ahora, le habían dicho directamente que no hiciera tal cosa. Entonces, ¿qué tipo de discurso debería dar? La cabeza de Eugene estaba a punto de comenzar a expulsar vapor por todo el trabajo que estaba haciendo…
¡Aaaaaaaah!
…Se escuchó un fuerte rugido proveniente de la puerta abierta. Todos los creyentes que habían estado rezando en silencio en la plaza de abajo se habían entusiasmado mucho después de escuchar que Eugene, que finalmente había abierto los ojos, estaba a punto de dar un discurso.
Eugene tragó saliva en silencio.
Cuanto más se demorara, más emocionados se pondrían sus creyentes. ¿Se estarían preguntando cuán asombroso y conmovedor debía ser el discurso para que Eugene se tomara tanto tiempo para prepararlo antes de darlo? Cuanto más demorara las cosas aquí, peor se pondrían las cosas para Eugene. Lo que se necesitaba ahora era una decisión audaz y la capacidad de actuar.
Eugene respiró profundamente y dio un paso adelante.
—Aaaaah…—suspiró Kristina con una expresión extática mientras levantaba el dobladillo de la capa de Eugene.
Como la Santa tanto de Eugene como de la Luz, mantuvo la cabeza inclinada profundamente mientras seguía a Eugene.
Salieron a la azotea. Cuanto más se acercaban a la barandilla que daba a la plaza, más fuertes se hacían los vítores. Al mismo tiempo, Eugene también podía sentir un calor ardiente que le subía por el pecho. Esta sensación provenía del continuo crecimiento de su fe sagrada.
Kristina tenía razón. Dar un discurso aquí y ahora seguramente expandiría la capacidad del recipiente sagrado de Eugene.
Los labios de Eugene se separaron sin emitir sonido alguno.
Aunque su cabeza reconocía el valor de lo que estaba haciendo y su cuerpo podía sentir los beneficios, sus procesos de pensamiento no parecían funcionar correctamente. ¿Qué se suponía que debía decirles?
Pero ya no tenía tiempo para reflexionar sobre esa pregunta. Eugene ya había llegado frente a la barandilla. Dado que la gran plaza ya estaba repleta, la gente incluso había comenzado a llenar las calles cercanas solo para verlo. Todos los edificios cercanos también tenían gente asomándose por las ventanas y apiñándose en los tejados.
Por ahora, Eugene solo necesitaba decir algo—. Yo…
Aunque Eugene hablaba en voz baja, ya se habían tomado medidas para amplificar el sonido de su voz. Yurasia no sería la única ciudad que escucharía su discurso. Antes de que Eugene hubiera abierto los ojos, ya se habían puesto en marcha los preparativos para que diera un discurso. Actualmente, el discurso de Eugene se estaba transmitiendo por todo el continente, al igual que su duelo con Gavid.
Maldita sea, maldijo Eugene en silencio para sí mismo.
Tal vez debería haber guardado al menos una copia del discurso de Carmen en su bolsillo. No había leído el contenido de su discurso, pero incluso si era algo que nadie en su sano juicio se atrevería a escribir, al menos debía ser algo apropiado para la situación, ¿verdad? Sin embargo, era demasiado tarde para arrepentimientos.
Eugene continuó hablando—. …soy la reencarnación de Hamel… Eugene Lionheart.
A pesar de que todo lo que había dicho era su nombre, la multitud respondió de inmediato con vítores.
—El León Radiante —susurró Carmen en medio de los fuertes vítores, observando desde la parte trasera de la multitud.
—El Emperador Divino —murmuró Raphael.
Incluso Alchester se encontró murmurando—. Comandante en Jefe del Ejército Sagrado.
Pero Eugene no pudo soportar seguir presentándose con ninguno de estos prestigiosos títulos, por lo que simplemente continuó con su discurso.
—Mientras dormía… sucedieron muchas cosas. El Rey Demonio del Encarcelamiento y el Pandemonium han descendido sobre la frontera, preparándose para la guerra, mientras que el Castillo de Babel del Rey Demonio está volando alto en los cielos de encima.
En ese momento, Eugene solo quería irse a casa. O escapar hacia el campo de batalla.
—El final del Juramento que ha durado trescientos años se está aproximando. Pronto, la guerra estallará. Debe ser peleada por el bien del mundo…
Pero ahora que las cosas habían resultado así, no se podía evitar.
—Pero, para ser honesto, en lugar de luchar por el bien del mundo, en realidad solo quiero matar al Rey Demonio del Encarcelamiento. Ese fue el caso hace trescientos años, y sigue siendo el caso incluso ahora.
Sería mejor simplemente exponer la verdad directamente que dar falsas promesas.
—A aquellos de ustedes que nunca han sostenido una espada en su vida, no les diré que tomen una espada y se dirijan al campo de batalla. En cambio, deben simplemente rezar por la seguridad del mundo. No, rezar por ustedes mismos. Eso será de más ayuda que cualquier otra cosa que puedan hacer.
Eugene no pensó que esto fuera una gran amenaza.
—Recen por la victoria de la Alianza…
La multitud se quedó en silencio.
—… recen para que mate al Rey Demonio del Encarcelamiento…
En algún momento, los aplausos se detuvieron.
—… y recen para que salga victorioso.
Eugene se dio la vuelta abruptamente. Sus ojos se encontraron con los de Kristina, que había soltado su capa y lo miraba con la mandíbula abierta. Eugene fingió no notar su expresión y se alejó rápidamente de la barandilla, luciendo casi como si estuviera huyendo.
Su discurso, si es que podía describirse como eso, había terminado con este llamado a la oración.
¡Aaaaaaah!
Sin embargo, sus creyentes todavía estallaron en vítores detrás de él.